El abordaje psicológico es clave para hacer frente a la obesidad
Esta conclusión se ha puesto de manifiesto en las IV Jornadas Nacionales de Psicología en el tratamiento de la Obesidad, una iniciativa formativa de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo) con el apoyo de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH)
Los expertos reunidos en este foro pidieron cambiar la narrativa en torno a la obesidad y proporcionar una formación académica adecuada para los profesionales de la salud y educadores sobre la complejidad de esta enfermedad, así como fomentar el uso de un lenguaje no estigmatizante.
Como detalló el psicólogo clínico y coordinador del Grupo de Trabajo de Psicología en el tratamiento de la obesidad de la Seedo, Antonio Alcántara, “el objetivo de esta reunión es informar sobre la temática a la luz de los conocimientos actuales, concienciar a los trabajadores sanitarios, y en especial, a los psicólogos sobre cómo enfocar mejor el abordaje de la obesidad, y, además, ofrecer nuevos recursos para ayudar a tratar de forma interdisciplinar esta enfermedad pluricausal”.
De hecho, puntualizó, “hay que comenzar a hablar de obesidades en lugar de obesidad como un término general, que a lo único que lleva es a fomentar estereotipos”.
“Los especialistas en salud mental que tratamos ‘obesidades’ sabemos que los aspectos psicológicos están presentes antes, durante e, incluso, después de la enfermedad, por lo que su comprensión y tratamiento implica disponer de conocimientos relacionados con la prevención y abordaje terapéutico, sobre todo teniendo en cuenta que estamos ante una enfermedad crónica y recurrente”.
Obesidad y Epidemia
Los datos epidemiológicos que se manejan en España en relación con la obesidad revelan que este problema de salud no sólo se extiende poco a poco, sino que alcanza casi tintes “epidémicos”.
Como señaló Alcántara, “casi el 60% de la población adulta en Europa tiene criterios de obesidad y en población infantil esta tasa se aproxima al 30%. Somos el cuarto país de Europa en sobrepeso y el tercero en obesidad en población general”.
Las intervenciones conductuales de pérdida de peso (que buscan la modificación de hábitos de alimentación y actividad física para generar pérdida de peso) son eficaces para reducir el Índice de Masa Corporal (IMC)
Sin embargo, a pesar de llegar a reducir entre un 5 y 10% el peso corporal, un tercio de los pacientes no pierden peso, y la mitad de las personas que lo consiguen lo recuperan a los cinco años.
En este sentido, la experta del departamento de Ciencias del Comportamiento y Salud de la Universidad Miguel Hernández de Elche, María José Quiles Sebastián, explicó que “en los procesos de pérdida de peso aparecen dos dificultades: por una parte, es muy frecuente que las personas se enfrenten a emociones negativas, como la pereza por hacer actividad física o la reducción del placer obtenido a partir de la comida”.
Abordaje Psicológico de la Obesidad
Por otra, añadió, “la pérdida de peso es también difícil de conseguir debido a los efectos del denominado ambiente obesogénico, con la presencia constante de estímulos que invitan a reducir la cantidad de actividad física que se realiza y a alimentarnos con comida no del todo saludable”.
Partiendo de esta realidad, las nuevas intervenciones conductuales, basadas en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus siglas en inglés dee Acceptance and Commitment Therapy), se sitúan como una alternativa para mejorar los resultados.
Por ello, señaló el profesor del departamento de Ciencias del Comportamiento y Salud de la UMH, Javier Manchón, que “la ACT reconoce estas dos dificultades y propone estrategias basadas en la aceptación para hacer frente a las experiencias internas que aparecerán inevitablemente y que no podemos cambiar o eliminar”.
Terapia de Aceptación y Compromiso ACT
La ACT emplea la aceptación, entendida como la capacidad humana de experimentar el estar conscientes, en el aquí y el ahora, de las sensaciones, los pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos, imágenes, etc. (eventos privados)
Esta capacidad de estar conscientes vendría unida al compromiso de llevar a cabo acciones acordes con los valores personales (Páez, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006) y también estaría vinculada con las estrategias de cambio necesarias para aumentar la flexibilidad psicológica.
La flexibilidad psicológica hace referencia a la posibilidad de contactar con los eventos privados que ocurren en el presente, tanto como nos sea posible como seres humanos, al tiempo que elegimos bien abandonar o bien persistir en una acción que implica malestar pero que está al servicio de los valores que uno identifica como propios.
Este tipo de terapia sostiene que a la base de los problemas psicológicos se encuentra el lenguaje, haciendo inevitable que en ciertas condiciones surjan pensamientos y sensaciones que puedan vivirse como molestos.
El hecho de ser verbales, facilita, además, el que las personas se enreden en luchar contra los propios eventos privados, y persistan en ello a pesar de que con frecuencia los resultados de tales luchas resulten contraproducentes.
Mediante metáforas, paradojas y ejercicios experienciales los pacientes aprenden a contactar con los pensamientos, sentimientos, recuerdos y sensaciones, tanto los previamente temidos y evitados como cualesquiera otros que surjan.
De esta forma, las personas aprenden la habilidad de re-contextualizar estos eventos privados, clarifican lo que les importa en su vida; lo que en el fondo y radicalmente valoran, y adquieren el compromiso con los cambios necesarios en la acción.
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